Derrumbamiento

Cuando de repente tu vida se derrumba.

Suele ocurrir un día en el que no te lo esperabas. Puede que hubiera algún leve problema, pero esperabas solucionarlo sin mucha dificultad. Pensabas que lo normal era lo que tenías, no lo valorabas en exceso, ya se te había pasado la emoción de haberlo conseguido y pensabas que seguiría así hasta el último día de tu vida. Qué poco valoramos lo que tenemos. Cómo normalizamos el buen nivel de vida del que disfrutamos. Cómo nos centramos y obsesionamos en pequeños detalles de nuestro cuerpo, trabajo, relaciones o hobbies que nos empeñamos en destacar como horribles y necesitados de una atención urgente y exclusiva.
Cuando un día tu vida se derrumba eso ya no importa.

Cuando tu cerebro y tu cuerpo se quiebran por no soportar el shock de lo que te acaba de ocurrir. Ahí es cuando te muestras en tu versión más animal, instintiva, vergonzosa, débil. Ahí es cuando te das cuenta de tus verdaderas prioridades. Sin lo que realmente «no puedes vivir». Ahí es cuando te das cuenta de en lo que te tendrías que haber centrado como punto prioritario en tu vida.